martes, 27 de abril de 2010

Memoria

Hace días que me bulle algo en la cabeza y no termino de soltarlo. Lo voy a intentar aquí, en mi refugio.
Las políticas y los políticos (y sabes que no lo digo por "paridad linguïstica") llevan tiempo calentando una olla en la que me temo que no me gusta el guiso: la ley de memoria histórica y sus aledaños me dejan cierta amargura en la lengua que no sé, no sé.
La memoria no se ajusta a ley, simplemente recuerda y envuelve sus recuerdos en las gasas de los afectos y los despechos, según toque. Es el tiempo y no la ley quien, como decían los griegos, trae las cosas a la luz.
La Historia se hereda, sin posibilidad de modificarla, porque el río nunca pasa dos veces; y se asume, cuando se puede.
Es importante, al menos para mí, heredarla toda, sin recortes, sin buenos ni malos o con todos los buenos y todos los malos, porque todos la hicieron y la sufrieron, unos acertaron, otros erraron y al cabo de diez minutos se cambiaron las tornas y los que antes estaban aquí aprecieron allá o acullá.
El pasado de la Guerra Civil (y de la Independencia y de la Reconquista, etc, etc) es nuestro por entero, todo de todos, no hay (o no debería haber) una historia para estos y otra para los otros. Es fundamental asumir todos los errores, todos los odios, todos los bombardeos, todos los torturados, todos los muertos... todos nos deberían espantar por haber surgido de nuestras mismas entrañas y hecho presa hasta tal extremo. Debemos aprender de todos los que superaron esos mismos odios, errores, torturas y muertes y salieron adelante, y construyeron algo por encima de unos cimientos tan negros.
Yo, como casi todos en este país, heredé víctimas y combatientes en ambos bandos y aprendí de ellos, en especial de un "abuelo" que marchó al frente antes de cumplir los deciséis y que perdió padre y hermanos en la contienda y en las cárceles, a mirar de frente sabiendo que el pasado está pasado y que el futuro, cuanto más consciente mejor, pero siempre hacia delante.