lunes, 20 de abril de 2009

Ocho deseos

Cuando mis admiradísimos Blogmaníacos me invitan a algo, sus deseos son órdenes para mí. Me proponen una de esas cadenas de blogs (¿no se debería decir "bloges"?) en las que unos proponemos a otros. No sé si llegaré a proponer a nadie, no por soberbia sino más bien por todo lo contrario, cierto pudor a seleccionar en un mar de espacios mejor que el mío ("¿Quién te ha hecho juez de tu hermano?", creo que esta cita la firma Dios en persona). Pero lo que sí puedo hacer es buscar esos ocho deseos que me piden, lo malo es que sean sólo ocho porque eso me obliga a afinar mucho en la elección, (claro que peor lo ponía el genio de la lámpara, él sólo permitía tres...)
Allá van y sin orden de prioridad:

Uno: Tener la capacidad de revivir ciertos momentos en la vida una y otra vez.
Dos: En consecuencia, tener esa misma capacidad para borrar algunos otros.
Tres: Inventar finales felices (calla, eso ya puedo hacerlo, lo malo es que no suelen cumplirse). Pues, que se cumplan.
Cuatro: Conocerme a mí misma (en eso sigo el consejo del viejo y querido Apolo; rectifico: del joven y brillante Apolo) y seguir respetándome después.
Cinco: Paz, sosiego, calma para todos y en cualquiera de sus manifestaciones.
Seis: Morir un seis de junio dentro de muchos buenos años, (allá por 2066, calculo yo)
Siete: Tener ocho deseos más disponibles. (Puedo hacerlo si viajo con mis chicos en el Nautilus, ¡qué chollo!)
Ocho: Que Blogmaníacos recoja tanto y tan bueno como siembra (digamos algún premio, o material informático adecuado; cualquier cosilla contante, sonante o resonante)

Nueve y propina: Un abrazo, Blogmaníacos

jueves, 2 de abril de 2009

ARCHIVO MUSICAL


Estoy preparando con mis alumnos una representación de Romeo y Julieta. No sé si finalmente utilizaré este tema musical pero, por si acaso, aquí los dejo guardados porque tienen el poder de tranquilizar mi ánimo cuando los fragores del combate me dejan maltrecha.